Hysterical Literature, el orgasmo y la lectura

(Publicado en Faena Aleph, 26.4.2015, http://faenaaleph.com)

Del fotógrafo Clayton Cubitt, este proyecto explora los límites del arte y la sexualidad en una serie de afrodisíacos videos de mujeres leyendo.

Entra Alicia. El escenario es austero, en blanco y negro, tradicionalmente fotográfico. Alicia mira a la cámara, se presenta y abre un libro. Es Hojas de hierba de Walt Whitman. Comienza a leer “Canto a mí mismo”: Yo me celebro y yo me canto, / y todo cuanto es mío también es tuyo, / Porque no hay un átomo de mi cuerpo que no te pertenezca… Pero su lectura se torna cada vez más ondulada; Whitman se desborda en su respiración, se entrecorta con el ritmo de su voz y se mece con todo su cuerpo… Al haber transcurrido casi 11 minutos, vemos que Alicia está alcanzado un orgasmo (¿literario?), a todas luces real.

Bienvenido a la segunda sesión de Hysterical Literature, del fotógrafo Clayton Cubitt con Alicia. Lo que a primera vista no sabemos es que Alicia, mientras leía el tan sensual “Canto a mí mismo”, estaba siendo estimulada bajo la mesa por una mano invisible con un Hitachi Magic Wand, o “el Cadillac de los vibradores”, como algunos le llaman.

“El arte sobre la mesa y el sexo bajo la mesa, tal como a la sociedad le gusta que sea”, comenta Cubitt en su sitio para explicar su ya tan controversial serie de videos. De la cintura para arriba las cosas son suficientemente respetables, y Cubbit juega con eso para satisfacer las reglas comunitarias de Youtube, y no obstante mostrar algo extremadamente afrodisiaco.

Hysterical Literature fue concebido como un proyecto en línea en el que cada participante femenina de la sesión escoge un libro, luego lo lee en voz alta hasta que la estimulación sexual es tal que pierde la habilidad para formar oraciones coherentes. Es una batalla entre la mente y el cuerpo. Y la literatura, que siempre ha querido ser piel, explota en el momento que la lectora alcanza un clímax físico.

Hasta ahora, una de las lectoras es pornstar y escritora, otra trabaja en la moda, otra es actriz y comediante, varias son artistas y cineastas y otra es bailarina burlesque y modelo. Los autores que eligieron leer van desde Tony Morrison o Ralph Waldo Emerson, hasta Anthony Burgess (Naranja mecánica) o Bret Easton Ellis. Es una mezcla tan inédita que no cesa de generar fascinación y controversia.

Estoy realmente probando lo límites con el proyecto, ya que literalmente no muestra nada más que placer expresado en un rostro. Es bastante difícil censurarlo razonablemente, cuando las mujeres parecen victorianas.

El énfasis es realmente acerca del arte y la literatura y la dicotomía entre mente/cuerpo y alto/bajo, entre lo que se celebra y lo que se considera sucio.

De un escenario neutro, con iluminación y composición propios de un retrato, a una mujer leyendo y alcanzando un orgasmo frente a la cámara hay una brecha inmensa. O la había hasta este momento. Como apunta Cubitt, la serie está probando los límites de lo que tenemos tan categorizado. No es pornografía porque no se muestra ninguna parte íntima del cuerpo; de hecho, todos los elementos “victorianos” del escenario se desmarcan de cualquier asociación con el porno. No se muestra, literalmente, nada de sexo, en cambio hay una intimidad que pocas veces se ha visto en cámara: la de la lectura en consonancia con la masturbación.

Ojalá Walt Whitman pudiera presenciar cómo sus versos cobran vida en la voz, en el cuerpo de Alicia, como él siempre quiso que fuera.

Creo en la carne y en los apetitos,
y cada parte, cada pizca de mí
es un milagro.

La distracción física acaba por destruir el “retrato perfecto” del personaje leyendo. Explota la escena fuera de sus bordes. Pero explota también la literatura. Y Alicia, ya sudorosa y sonriente, cierra el libro, repite su nombre y el título, y da por terminada la sesión con Walt Whitman.

http://claytoncubitt.com

Deja un comentario